La Pintura Sonora, nueva propuesta plástica de Javier Bosque, es una metáfora visual de los planos acústicos primordiales que percibimos por medio de los oídos, divididos fundamentalmente en veintisiete segmentos. Tomando como base los graves, al centro los medios y en lo alto los agudos. Estos, a su vez, fragmentados en: izquierdos, céntricos y derechos. Y todos ellos fraccionados también en: delanteros, laterales y traseros. 

Ésta resultante comprimida de cualquier vibración, nos brinda una gama amplia de piezas, mismas que caracterizan a toda onda sonora. En la alegoría de la Pintura Sonora se ofrece un símbolo geométrico al cual se le ha llamado Pixbel, palabra obtenida de la contracción de “pixel” (unidad gráfica digital) y “decibel” (unidad de medición de presión sonora).

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La Pintura Sonora, está basada en los pixbeles. En cada cuadro en que  se utiliza esta propuesta, la plataforma  son dichos símbolos, con todas sus infinitas variantes en formas, colores y dimensiones. Es claro que la complejidad de los sonidos y de la música, no se pueden transportar por completo a la imagen, pues en el intento de representarlo visualmente, en todo caso, el derivado sería una, o varias esculturas por vibración. Sin embargo, haciendo una reducción de sus características, y en el afán de proponerlo gráficamente  -asignándole a su vez colores diferentes, que lo mismo signifiquen un sonido, una melodía,  una armonía, o hasta una disonancia- y realizar una ficción visual, comprendida en los veintisiete planos acústicos, se originan los mencionados pixbeles. Sin embargo esto no significa forzosamente que cada color corresponda a una nota, o que cada figura pueda corresponder a un intervalo determinado, simplemente es una alusión proveniente de dicha lógica matemática plasmada en un lienzo, la cual, definitivamente, al igual que la música, nos podrá generar algún sentimiento, emoción o sensación al percibirla.

A ésta nueva propuesta plástica lo que la caracteriza no es tanto su objeto, sino su forma de razonar. La búsqueda de la asociación de Javier Bosque de los PIXBELES consigo mismo y con el exterior, aunado al  interés de tener una proposición propia, se consigue mediante este ofrecimiento, encerrando en él además un sentido -ambiciosa y osadamente– metafísico y cosmológico, alusivo a las vibraciones de cada color, material, sentimiento, pensamiento, etc. La Teoría de Cuerdas es recurrente en cada cuadro que se plasma, imaginando las más mínimas vibraciones que componen o dieron origen a todo el Universo y transportándolas a un gráfico con base en el pixel y el decibel. 

Los obligados métodos  autodidactas han conducido a Bosque hacia este nuevo mundo que ha denominado: “Pintura Sonora”, manejando técnicas mixtas, principalmente óleo, carboncillo y acrílico.